Monseñor Romero y los Derechos Humanos en el Salvador “La Voz de los Sin voz”
Años 1979 – 1980. Recuerdo
a detalle esa transición de El Salvador a los 80 y, obviamente, lo que a Mons.
Romero le tocó vivir. La amarga situación, que era especialmente crítica por
las continuas y terribles violaciones de los derechos humanos que la mayoría
empobrecida y varios sectores estaban sufriendo. En esos años y durante mucho
tiempo, a la Oficina del Arzobispado de San Salvador acudía muchísima gente
para denunciar ante Mons. Romero las diferentes violaciones de sus derechos que
habían sufrido. Mons. Romero los escuchaba y creó por eso la Oficina de Socorro
Jurídico (más tarde Oficina de Tutela Legal), para que investigase la certeza
de los hechos y así poder defender a la gente más pobre.
Fue un hecho que los
diferentes gobiernos, el ejército y los
paramilitares, estaban llevando a cabo una escalada de violencia represiva para
intentar controlar y vencer definitivamente las protestas. Los escuadrones de
la muerte hacían auténticas atrocidades para asustar a la gente, Quisiera hacer
notar también, por otro lado, que con su implicación en la defensa de los
derechos humanos, sobre todo de aquellas personas que tenían la vida más
amenazada y disfrutaban de menos derechos, Romero quería corregir un tipo de
espiritualismo cristiano que, con razón, ha sido acusado de ser un “opio del
pueblo”. Para él, el Reinado de Dios no se refiere sólo al otro mundo, sino que
implica un compromiso en la transformación de este mundo, de manera que se vea
que “otro mundo es posible”.
Pero él, lo que
pretendía era defender, sobre todo, la vida. Lo formuló claramente en el sermón
que hizo el 16 de marzo de 1980: «Éste es
el pensamiento fundamental de mi predicación: nada me importa tanto como la
vida humana. Es algo tan serio y tan profundo, más que la violación de
cualquier otro derecho humano, porque es vida de los hijos de Dios y porque esa
sangre no hace sino negar el amor, despertar nuevos odios, hacer imposible la
reconciliación y la paz. Lo que más se necesita hoy aquí es un alto a la
represión.»[1]
Es un hecho que mostrando su defensa
de los pobres y su denuncia contra las violaciones de los derechos humanos y de
la injusticia de los ricos y poderosos, estaba en sintonía con el Evangelio, el
Vaticano II y los documentos de Medellín y Puebla. A modo de ejemplo cito un fragmento
de una de sus homilías (5-3-1978): «La
Iglesia no pretende poder político ni basa su acción pastoral sobre el poder
político ni entra en juego de los diferentes partidos políticos ni se
identifica con ningún partido político. Pero la Iglesia tiene que decir su
palabra autorizada aún en problemas que guardan conexión con el orden público
‘cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona humana o la
salvación de las almas’. Todo esto es del Concilio. La Iglesia, pues, defiende
los derechos humanos de todos los ciudadanos, debe sostener con preferencia a
los más pobres, débiles y marginados; promover el desarrollo de la persona
humana, ser la conciencia crítica de la sociedad. .»
En este punto conviene
tener presente que, para poder hacer las denuncias con fundamento, aparte de
recibir y de escuchar a las personas que habían sufrido alguna violación de sus
derechos, confrontaba con el equipo que lo asesoraba en los temas de las
violaciones de los derechos humanos, la veracidad de los hechos y la manera de
hacer las denuncias. Creo, por otro lado, que es un rasgo específico muy
cristiano de la actuación de Mons. Romero, que su defensa de los pobres y
oprimidos, sus denuncias de las violaciones de los derechos humanos nunca
surgieron del odio, ni lo quisieron fomentar. Todo lo contrario, estaba realmente
apasionado por fomentar el amor entre todos sus diocesanos y entre todos los
salvadoreños, puesto que, como Pablo (Rm 12,21), Romero estaba convencido de
que se tiene que vencer el mal con el bien. Para él la violencia surge de la
injusticia, y por tanto, sin justicia no puede haber diálogo auténtico entre
las partes en confrontación y al final es entonces cuando ya no importan los
derechos de los demás y dejan de ser derechos.
Por: kelvin Salvador Mendoza R.
[1] La edición crítica (editada
por Miguel Cavada) de las homilías de Mons. Romero, en los años durante los
cuales fue arzobispo de San Salvador, ha sido publicada en 6 volúmenes con el
título: Homilías de Monseñor Oscar A. Romero, San Salvador: UCA editores 2005-
2009.
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