El
arzobispo de San Salvador, el Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero y mártir de
los pobre, fue un profeta y un maestro, que sentía con la Iglesia; muchas de
las enseñanzas contenidas en su homilía están inspiradas directamente hacia la
Virgen María, a quien había tomado como
modelo para acercarse a Jesús.
Puedo
mencionar dos devociones marianas que más sobresalían en la persona de Monseñor
Romero:
1. Nuestra Señora del Carmen. Monseñor Romero tuvo una gran devoción a Nuestra
Señora del Carmen y llevo hasta su muerte el escapulario. Esto no deja de ser
significativo; porque se dice que en el momento de su muerte, después del
disparar por el franco tirador, el actual Beato Monseñor Romero cayese sobre
los pies de la imagen de Nuestra Señora del Carmen. En muchas de sus homilías
deja muy claro su gran devoción por esta advocación de Nuestra Madre Santísima.
2 2. Nuestra Señora de la Paz. El Beato Monseñor Romero, en su ministerio
presbiteral y episcopal, siempre se mostró amante de la “Paz”; por lo que se
mostró con mucha insistencia. Y esa fue una de las causas por que las que fue odiado
y que esto mismo lo llevo a la muerte.
Monseñor
Romero invitaba y exhortaba a la comunidad en la solemnidad del primero de
Enero: hacer un acto de fe, en la
presencia de Cristo en la Eucaristía y ejercitar nuestras oraciones por las
grandes necesidades de la patria, de la Iglesia, de la familia, y al mismo
tiempo hacer un acto de caridad, así como lo manda Cristo Jesús. Esto solo se
puede hacer si en verdad estamos afiliados a la Madre de Dios, que hoy
celebramos. El Beato Romero tenía bien claro que, solo desde la devoción
sana a Nuestra Madre Santísima íbamos actuar por la sociedad, por las familias,
etc. Y así encontrar alivio y dar una respuesta.
Uno
de los grandes anhelos de Monseñor Romero, era ver a la nación salvadoreña con
espíritus patrióticos, que no se traicionen los hermanos entre sí por
ambiciones políticas, de economía, por tener una buen estatus social. La
verdadera historia, la verdadera redención decía el estará en: lo que la Iglesia nos ofrece; a María, hija
de Abraham descendiente de David. Monseñor Romero la llamaba: “la Virgen Sencilla, modesta, desconocida”.
Pero es en ella donde podemos encontrar los torrentes que nos llevan a la vida
eterna.
María,
es el instrumento que Dios toma para acercarse a la humanidad, algunos santos
lo expresan así: María, encarno antes en
su mente, en su fe, a Dios. Monseñor Romero nos deja ejemplos al pueblo, a
la Iglesia salvadoreña, sobre el seguimiento o devoción que hemos de tener a la
Madre del redentor, Madre que nos llevara a nuestro redentor, tanto de nuestro
país como de nuestra alma.
Emigdio
Salvador Rivas
Segundo
de Filosofía
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