Hoy
que nos encontramos en el marco del CENTENARIO
DEL NATALICIO DEL BEATO ÓSCAR ROMERO tomaremos su figura, como persona de
oración; sin duda lo que más impacta de Monseñor Romero es su ejercicio
profético y muerte martirial, pero esto hubiese sido imposible sin una arraigada
vida de oración, la cual brotaba de su profunda adhesión y amor a la fe
cristiana. La capacidad de entrega en el martirio para Monseñor Romero fue
recibida en la oración. El beato salvadoreño se caracterizaba como amante de la
Eucaristía, de la Virgen de la Paz, amante del Papa, de la Iglesia; y este amor
tiene su origen en la oración que realizaba cotidianamente como pastor y como
cristiano que era. Sabemos, por fuentes
de personas cercanas a él, que siempre oraba por la paz, por la justicia, por
los oprimidos, en fin, por su pueblo.
Monseñor
Romero, como todo hombre cristiano, oraba, pues tenía la responsabilidad como
pastor de orar por sus ovejas (buenas y malas). Desde la oración pudo monseñor
Romero guiar a su rebaño. Como afirmaba el Cardenal Angelo Amato, en la homilía
el día de la misa en que subió a los altares, Monseñor Romero se preparó al
martirio, no fue algo improvisado, pues por nuestra propia cuenta sabemos que
para algo tan grande solo se puede sacar fuerzas en la oración cotidiana.
¿Qué
significó la vida de oración del Beato Romero para él y su rebaño? Sin duda un
tesoro muy preciado. Para la propia persona de Monseñor Romero significó su
fuerza espiritual para poder ser fiel a Jesucristo hasta imitarlo en una
entrega por amor. Luego, para su rebaño, significó una ayuda espiritual, la
intercesión de un pastor por su pueblo. El pueblo pudo sentir la cercanía y
unión de quien vivió como pastor y oveja
de Dios mediante la oración y su ejercicio pastoral.
Así
como vive la oración un pastor, así son sus obras y sus palabras. Monseñor
Romero lo demostró, siempre vivió coherentemente con su predicación porque su
oración estaba muy fundamentada, muy bien hecha. De la oración obtenía su
integralidad de vida y el desarrollo de la misma, porque como él mismo llegó a
afirmar: “La oración es la cumbre del
desarrollo humano” (Homilía, 24-07- 77). Puesto que toda buena obra humana
y el desarrollo humano mismo, tiene a la base la unión-comunión con Dios
mediante una auténtica vida de oración.
Seminarista: José Israel Montano Segundo año de filosofía
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