TIPOS DE VOCACIÓN



Todas las acciones que  una persona pueda realizar  se dirigen hacia un fin, de lo contrario, o  no serían acciones,  o quien las realiza no sería persona. El fin  es  un elemento importante de nuestras acciones. El fin es el otorga sentido a nuestro obrar  y nos configura como personas, es decir,  nos dice lo que somos;  así por ejemplo,  un médico que no sepa  de medicina muy difícilmente sería un médico, o  una cocinera que no pueda hacer comida, no es posible llamarle cocinera. El fin es como ese arquitecto que traza las líneas  en las que debe moverse  la construcción de una casa, para que ésta quede bien hecha y sin peligro de caerse. Todos cuando  nacemos traemos inscrita en nuestro ser una finalidad - que es la felicidad - , y al adquirir conciencia de esa finalidad  tratamos de alcanzarla obrando el bien. En nosotros los cristianos católicos, ese fin se identifica con Dios, manifestado en la persona de Jesucristo, el cual no solo es un fin para nosotros, sino también  sentido y origen  de nuestra vida.

Si tomamos a Jesús como nuestra meta, sentido y fin, porque creemos que  Él es el único que puede darnos la felicidad, entonces deberá ser Él quien configure nuestro obrar,  quien  sea nuestro camino y nuestra verdad.

La vocación es entonces un “camino” que emprendemos a un fin, una verdad personal que encontramos y aceptamos, un “llamado” a servir de una u otra manera. En este sentido, Jesús  sería  como aquella persona que  desea  construir una casa – o  un reino, que es su Iglesia -,  para lo cual contrata a arquitectos – que son todas las personas -   a quienes encomienda la tarea de construirla. Es Él quien nos indica qué hacer y cómo hacerlo. Pero como cada persona es distinta,  le da  Dios a cada uno un “tipo de casa especial que construir”,   y es así como  existen los “diversos tipos de vocación”, que son caminos para llegar a Jesús. Puede que las vocaciones sean parecidas pero nunca iguales, pues éstas corresponden a una “verdad personal” que se ha encontrado y aceptado, que no solo  acerca a la persona a  Dios, sino que también da sentido  a la vida.

Existen como  tres niveles  de vocación, o sea tres  formas que  Dios, en su infinita misericordia, nos ha otorgado para servirle.  Puede, y de hecho no se descarta, que dentro de estos tipos de vocación estén otras formas de vocación, sin embargo, aquí tratamos de enunciarlos de modo general; ¿Qué tipos de vocación hay?

Hay un primer llamado que todos tenemos en común desde el momento en que fuimos concebidos, es el llamado a la existencia, ésta es la vocación humana; también como bautizados recibimos el llamado a ser perfectos como nuestro Padre Celestial es perfecto, esa es nuestra vocación cristiana; por último tenemos otro llamado, ya sea a la vida laical, religiosa o sacerdotal, las cuales son vocaciones específicas.

Ø  Laico: Es aquella persona que habiendo cumplido con la iniciación cristiana (Bautismo-Confirmación-Eucaristía) ha hecho una opción clara por vivir el Evangelio en medio de las realidades del mundo. Tiene una misión importantísima en la Iglesia.

Ø  Religioso: Es quien desde la vivencia radical de los consejos evangélicos (Castidad, Pobreza, Obediencia) quiere ser testimonio ante el mundo de los valores absolutos de Dios como anticipación de lo que será el Reino de los Cielos.

Ø  Sacerdote: El sacerdote ha sido llamado por Cristo, ha sido consagrado por el sacramento del orden sagrado, es aquel que tiene la misión de apacentar (cuidar) el pueblo de Dios, guiarlo y convocarlo por la palabra y los sacramentos. Él ayuda a que cada persona descubra su vocación.
Seminarista Carlos López

2 de Filosofía 

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