Anotaciones sobre el mensaje de la Cuaresma 2016.
«'Misericordia quiero y no sacrificio'
(Mt 9,13).
Las obras de misericordia en el camino jubilar»
Las obras de misericordia en el camino jubilar»
1.
María, evangelizadora de la misericordia
El obispo de Roma espera que «la
Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento
fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios». (Misericordiae vultus,
17). Teniendo un corazón atento a escuchar la Palabra de Dios y a participar en
la iniciativa de las «24 horas para el Señor».
Después de haber acogido la Buena
Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, María canta proféticamente en el Magníficat
la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida
con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza
por medio de una conciencia íntima y experiencia única de la misericordia de
Dios.
2.
La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia
3. Las obras de
misericordia
La misericordia de Dios
transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo
hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la
misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y
animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordias
corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en
gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el
cuerpo y en el espíritu, y sobre lo que seremos juzgados. Por eso, es importante que reflexionemos durante el
Jubileo sobre las obras de misericordias corporales y espirituales. Nos ayudara
a despertar nuestra conciencia, y para entrar todavía más en el corazón del
Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. En
el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo
martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, etc. para que nosotros lo
reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado». En el evangelio leemos
como el rico ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa
(cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo. El pobre es la pauta de
conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos.
Mediante las obras de
misericordia corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas
que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las
espirituales tocamos más directamente nuestra condición de pecadores: que
necesita de consejo, enseñanza, perdón, amonestación, rezo. Por tanto, nunca
hay que separar las obras corporales de las espirituales. Sin embargo, siempre
queda el peligro de que el pobre siga llamando a la puerta de nuestro corazón y
que no lo escuchemos. Por eso, en este tiempo de gracia que el Señor nos
concede es muy importante no dejar de escuchar, sobre todo a quien pasa
necesidad.
No perdamos este tiempo de
Cuaresma favorable para la conversión. Le pedimos al Señor, por la intercesión
materna de la Virgen María, quien fue la primera que, frente a la grandeza de
la misericordia divina recibida, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48) y fue
persona activa, no sólo para reconocer la misericordia divina en su vida, sino
para compartirla con los demás.
Seminarista Kelvin Chacón
I año de Teología
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